Dentro de todo este ambiente caótico, de compras compulsivas, de miedos e irresponsabilidades emerge una tímida realidad que va cobrando cada día que pasa más fuerza, energía y vigor.
Estoy hablando de un gran inmenso despertar masivo a la solidaridad, a la ayuda desinteresada, a la responsabilidad, al sacrificio a favor del resto de la población, a la compasión.
Estoy hablando de una re-conexión con el amor que todos llevamos dentro y que teníamos olvidado.
De acuerdo, es cierto, hay muchos aspectos negativos, unos perfectamente visibles ahora mismo y, otros, no tan visibles de los que seremos conscientes cuando se vuelva a la normalidad.
Sin embargo, esta situación está mostrando una serie de cosas a la población española. Imagino que al resto del mundo también, en la medida que les haya tocado vivir la situación actual o parecida.
Nos muestra que el trabajo y las obligaciones familiares son compatibles en muchos puestos de trabajo, que la presencia física en la empresa no es tan necesaria como siempre hemos creído, que hay otra manera de trabajar más relajada que te permiten ser persona a la vez que un trabajador.
Nos muestra que la contaminación se puede reducir en la medida en que todos queramos reducirla a través de nuestra colaboración. Claro que ahora estamos confinados en casa y cuando todo pase volveremos a la normalidad y el gran champiñón de contaminación volverá a aparecer en pocos días de vuelta a la rutina. Pero, ¿no debería de ser igualmente prioritario y preocupante el índice de contaminación que respiramos?
Nos muestra que el trabajo y el dinero no es lo más importante si no tenemos salud para disfrutarlo. Es una lástima que tenga que pasar este tipo de cosas para que nos demos cuenta de que sin salud…..no hay nada.
Nos muestra que si todos aunamos fuerzas somos capaces de cambiar el mundo.
Particularmente, pienso que no se trata de un virus que afecta a la salud, sino que estamos ante un virus económico a nivel mundial. Son momentos muy importantes los que estamos viviendo, de un gran despertar de conciencia masivo a los valores reales de la humanidad. Momentos en los que algunos se enfrentan a sus peores miedos y que tendrán que trabajarlos particularmente. Pero, también momentos de mucha luz y de una energía de altísima vibración donde no hay cabida ya para un viejo sistema económico que se alimenta de la vida, la salud, y la felicidad de las personas.
No puede coexistir la solidaridad, la humanidad, la compasión, la tolerancia, el respeto, el amor con un sistema económico frío, absolutista en el cual solo prima la ganancia sin tener en cuenta quién o qué caiga. Solo hay cabida para sistemas económicos en los que las personas signifiquen más, mucho más que el dinero, en los que se respete el derecho a la vida, a la salud, a la vivienda, a la alimentación, etc de las personas.
El virus se presenta de forma física atacando a través de la salud, sin embargo, su mayor ataque es contra el sistema, el cual cae y seguirá cayendo en picado. Nuevos valores éticos y morales asomarán en los políticos y en la mayor parte de la población que hagan cuestionarse todo el sistema de nuevo. Esperemos que hagan caso al primer aviso y no se tenga que dar otra circunstancia grave para que se den cuenta de que las personas están despertando su conciencia a los verdaderos valores morales y éticos característicos de la humanidad.
Así pues, nos muestra que todo lo que hemos vivido estuvo bien hasta ahora que prima cambiar.
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