Hace mucho tiempo que mi búsqueda empezó, en el cielo, en las alturas, en el Universo, fuera del planeta, fuera de mi cuerpo. Una búsqueda incansable de mi ser. Quién era yo, sabiendo que este cuerpo no me representaba?
Durante aquella búsqueda recibía mensajes diarios incitándome a enraizarme en la Tierra, a Ser y a cohesionarme en y con la Tierra. Mi mirada ansiosa de saber se alzaba hacia el cielo.
Y me hallé. Encontré la respuesta a casi todas mis preguntas, las hallé más allá de las estrellas y de este Universo.
Pero surgió en mi, esta vez con mucho mayor énfasis y potencia, la constante e insistente necesidad de enraizarme en la Tierra, de cohesionarme con ella.
Sentía, desde siempre, una necesidad imperante de estar en unidad con la Tierra, como si ella fuera mi madre y yo la hija dedicada a buscarla constantemente sin encontrarla estando presente, como si su aliento fuera vital para completarme como un Ser.
He disfrutado y me he maravillado siempre con la Tierra, sus plantas, sus animales, sus piedras y minerales, sus paisajes, y los elementos. Trabajar con las plantas te ayuda a enraizarte, andar descalzo por la tierra te ayuda a energizar el chacra raíz, habla con la naturaleza. Consejos que leía y me daban y que conseguían enraizarme …..momentáneamente.
Era consciente de que para sentirme un Ser completo debía sentirme Tierra, sentirme Uno con ella. Sino para qué iba a estar aquí, por qué sino sentía y siento esa fascinación por todo respecto a ella?
Descubrí que hay mil maneras de enraizarte en la tierra y que la mayoría te permiten hacerlo momentáneamente. Solo hay una forma para que ese enraizamiento sea permanente y surge del corazón, de un deseo de respetar y amar absolutamente a la Madre Tierra.
Puedes cavar un hoyo con tus manos para plantar un árbol y, en ese momento, la Tierra estará energizando todo tus cuerpos físicos y sutiles. Puedes oler una hermosa flor y su olor estará limpiando y energizando tu glándula pituitaria. Puedes sentarte bajo un árbol a meditar y estarás recibiendo una energía sanadora preciosa. Todo esto será un enraizamiento momentáneo si tras esos momentos tu mente y tu conciencia vuelven a vivir desapegadas de ella.
Las personas somos Naturaleza, somos Tierra, el Ser Humano forma parte de la Naturaleza que cohabita en la Tierra. Y, nuestro propósito, como raza viva en la Tierra, es sentirnos en Unidad con ella, ser felices en y con la Tierra, con todo lo que engloba La Tierra.
Es nuestra Madre Primigenia, quien nos provee de todo cuanto necesitamos, no descansa en ofrecernos ayuda, bendiciones, descanso, alimento, limpieza, energía, equilibrio, sanación….y, entre otras más, un amor incondicional eterno. La Tierra ejemplo de amor incondicional junto con el Sol, por eso los llamamos: Madre Tierra y Padre Sol.
Es nuestra Maestra en mayúsculas ofreciendo lecciones, respuestas y consuelo a todo cuanto nos acontece dentro y fuera de nuestro Ser.
Es la más vilipendiada, violada, repudiada…. y la más olvidada pues nuestro recuerdo ancestral sobre ella nos hubiera impedido caminar por el sendero de la oscuridad en busca de la luz.
Y solo puedes Ser cuando recuerdas tu origen solar y terrenal, cuando aúnas en ti ambas energías.
Para sentirse en unidad con la Tierra debes recordar tus orígenes en la Tierra que, por supuesto, no fue la primera encarnación, debes recordar que tú eres piedra, animal, planta y, ahora, ser humano y que, todo ello, está dentro de ti, todo junto, que todo es la misma esencia y que la esencia de la planta, de la tierra, de un árbol o de una piedra es tu misma esencia.
Sentirse en unidad con la Tierra es amar todos y cada uno de sus procesos: de los elementos cuya fuerza bruta nos hace temerlos; de sus estaciones algunas tediosas y odiadas; de la vida que en ella habita bien admirada si está lejos de nosotros; de su forma de equilibrarse con los temidos volcanes, maremotos, etc.
Sentirse en unidad con la Tierra es amarla, es amarte.
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