Dejar Ser

Estamos tan acostumbrados a los condicionamientos de todo tipo que los hemos fundido con nuestra personalidad y tomados como pilares de nuestra ética y moral.

Una planta tiene unas características concretas y, en base a ellas, tiene un desarrollo concreto y, por tanto, un aprendizaje igualmente concreto.

Las personas no comprendemos esto y, en nuestros huertos, actuamos de acuerdo a todos esos condicionamientos que tenemos. Las personas entendemos la libertad como si ésta estuviera metida dentro de un cuadrado cuyas paredes, los condicionamientos, no pudieran ser atravesados. Libertad limitada.

Si plantamos una tomatera, la cuidamos y la mimamos, o eso es lo que nos parece. Pero, ¿y si preguntamos a la tomatera? Seguramente que diría: “Sufro numerosos ataques, me quitan ramas y me cortan las puntas, sufro un continuo daño y para aparecer alta y esbelta me atan a palos. Solo les importa mis frutos y por eso me someten a este sufrimiento porque llevo mucha vida dentro y emerge por donde finalmente me dejan libre.”

Si no podas la tomatera desarrolla muchísimas ramas, se puede decir que cada rama es una nueva planta que desarrollará más ramas y, por tanto, también más frutos. Algunas ramas de estas tomateras sin podar se tronchan pero eso no significa que esa rama tronchada se seque y muera. Y el tronco principal, igualmente, del peso,  se vence hacia un lado mostrando  sus raíces superficiales. Al final del proceso lucen unas plantas enormes vencidas por el peso con algunas ramas enormes tronchadas pero dando un sinfín de flores y frutos. ¡Qué fuerte es la tomatera¡.

Pero, claro, a nadie le gusta ver una planta enorme vencida en el suelo y con ramas tronchadas porque no es lo que tenemos estipulado. Y hacemos a la tomatera todo aquello que creemos oportuno para que se muestre como creemos que debería ser, sin prestar atención a su propia naturaleza. Y, para más inri, con el objetivo de obtener una superproducción de tomates.

Y ese es nuestro concepto de la libertad. Tal cual.

De la misma forma nuestra toma de decisiones está, igualmente, condicionada por un sinfín de condicionamientos que permanecen ocultos por el simple hecho de haberlos asumidos como propiamente nuestros.

No todas las amapolas que crecen en el campo lucen igual de hermosas, ni todas las personas nacemos con características iguales. Cada ser vivo tiene unas características únicas, las idóneas para su desarrollo y aprendizaje.

Dejemos que, libremente, anden su camino.

Observa a la naturaleza y responde todas tus preguntas.

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