Hace ya mucho tiempo que una de mis alumnas dejó de hablarme por expresar mi contrariedad respecto a lo que, de buena fe, hacía con los gatos abandonados. Hoy, tras varios días mordiéndome la lengua, he vuelto a expresar mi visión particular sobre los abusos que cometemos, bajo el escudo del amor, hacia los animales. Y, como es normal, mi visión está lejos de ser comprendida.
Con este escrito no pretendo encontrar a alguien que me entienda o que esté de acuerdo con lo que exprese; todo lo contrario, necesito decir en alto y, públicamente, lo que siento porque tengo la esperanza de que alguna persona tras leerlo pueda ver con sus ojos internos el daño que hace y que se hace así misma.
Ante todo hemos de saber que somos seres espirituales, que todos los seres vivos son seres espirituales y, por tanto, tanto las personas como los animales y las plantas tienen alma, un alma espiritual.
Y como seres espirituales, todos nosotros, nos reencarnamos en cuerpos físicos para experimentar en este planeta y, a través de esa experiencia de búsqueda de la luz, aprender y crecer espiritualmente para conseguir nuestro objetivo.
Las formas de experimentar y las experiencias que vamos a tener suceden de acuerdo a unos compromisos que espiritualmente contraemos entre seres antes de encarnar, todo ello con la finalidad de poder solventar dichas experiencias y aprender de las mismas.
En este planeta no sólo encarnamos los seres humanos, también acuden, de igual manera, los animales, esas bellas almas que nos sirven con un amor incondicional tan grande que más quisiéramos tener las personas.
Algunos acuerdan encarnar en tal perro cuyo dueño fallece y pasa el resto de su vida velando su tumba. ¡Qué bello nos parece este gesto¡ Y el hecho es que, el suceso, se hace eco viral y sale en las noticias de todo el mundo. Pero nadie se pregunta por qué y para qué. Obedece a un acuerdo previo al que ambos seres llegaron para despertar al amor incondicional a la sociedad.
Cuando estos animales realizan este tipo de actos u otros, como los perros que salvan a sus dueños, gatos que avisan de los peligros, etc, las personas nos asombramos de que tengan valores de tan alto nivel.
Sin embargo, otros muchos animales encarnan para sufrir experiencias muy traumáticas de vejación, violación, violencia, abuso, maltrato. Igualmente, esta serie de experiencias obedece a un preacuerdo antes de encarnar con los seres espirituales involucrados; es decir, el resto de animales y los seres humanos. Todos ellos encarnan con el firme propósito de experimentar dentro de su aprendizaje aquello que deban y, conjuntamente, poner de manifiesto, enseñarnos dónde y cómo nos equivocamos.
El corazón de las personas se rompe cuando observan las vejaciones y atrocidades que se cometen contra perros y gatos. Y, rápidamente, por sus bocas y sus corazones, salen improperios y, alzándose en jueces, dictaminan, sentencian y condenan a las personas autores de tales hechos, abandonándose a la ira, al enojo y sin mirar más allá de la absurda realidad.
Que todo es una novela, en la que los actores, animales y personas, actúan para dar un argumento que mostrar al resto de seres. Es decir, que todo está acordado para que el animal experimente lo que ha venido a experimentar para aprender, a la vez que se pone de manifiesto su ayuda incondicional al ser humano, sacrificándose para sacar a la luz aquéllas cosas que realizamos de manera insana en contra de ellos y de nosotros mismos, Que todos los que intervienen, personas y animales, experimentan aquello que necesitan para su aprendizaje, mientras que, al mismo tiempo, hacen una labor de ayuda a la humanidad entera.
Este juego no es exclusivo de los animales, existen seres que encarnan en personas que son asesinadas a corta edad, como el Pescaíto, un claro ejemplo de este tipo de contratos espirituales a los que me estoy refiriendo. Un acuerdo que conlleva unos hechos que hacen explotar en ira, rencor y odio a la sociedad. Y que, por supuesto, tenía que hacerse viral y ser afamado el caso, para que la madre de Gabriel pudiera dar una gran lección a la sociedad Española.
Hasta ahora, según os voy contando, estaréis más o menos de acuerdo porque aún no he entrado en aquellos actos que, supuestamente, hacemos por amor hacia los animales. De la misma forma que la persona maltrata a su pareja, por amor, porque la ama demasiado.
Abanderando el amor, las personas cometemos verdaderas locuras.
Pero ¿es realmente el amor lo que nos hace cometerlas o más bien el egoísmo?
Nos apena y entristece ver a perros y gatos abandonados, famélicos, muertos de hambre, en malas condiciones, cómo procrean y se agranda el número de animales que bajo nuestra puerta aparecen.
Del corazón sale un sentimiento de pena hacia ellos que acallamos después tomando medidas drásticas sobre ellos, pero eso no importa porque esas medidas nos hará sentir bien y el número de abandonos será menor o no pero conseguirá que no prolifere por la procreación natural del animal.
Abanderando el amor que sienten hacia los animales, unas personas sacan con violencia de las calles a gatos y perros para castrarlos, otras los sacan del lugar donde les están maltratando, otras les saca de la calle y les busca un dueño al cual no se adaptan y, todos ellos, están violando los derechos de esas almas para aprender por el medio escogido y para ofrecer el servicio que desearon. Todas esas personas están impidiendo el desarrollo y aprendizaje de esos seres, ralentizándolo.
Actuamos pensando con la mente qué es lo mejor para el animal pero, en realidad, lo que nos mueve es puro egoísmo, no podemos soportar o no queremos ver todo ese abandono y ese maltrato y, por ello, buscamos una forma de aliviar nuestro dolor provocando más dolor.Son cuerpos en los que residen sus almas y avasallamos sus cuerpos, lo violamos, lo profanamos sin tener en cuenta ese ser espiritual que viene a aprender y a enseñar, exactamente, igual que nosotros.
Vivimos unos momentos en los que, abanderando el amor, sentamos en nuestra mesa para comer al perro, le dejamos dormir en nuestra cama con nosotros, les vestimos como personas, les llevamos a la peluquería para hacerle mil ideas en sus pelos, incluso hay quien los lleva a recibir masajes, saunas y baños especiales para ellos.
Cuánto les queremos que no les permitimos vivir tal como han elegido¡¡¡¡, como un perro, un gato, un animal de compañía.
Como dije hace años, dónde se ha ido la Humanidad que trata al animal como una persona y a la persona como un animal?
Bajo la bandera del amor, compramos mascotas exóticas y no tan exóticas para tenerlas encerradas en una pequeña jaula solo por el placer de observarlas y agrandar nuestro ego cuando vengan las visitas.
Podría poner mil ejemplos más de las barbaridades que cometemos con los animales de compañía pero, cada cual que se observe asimismo y lo que recibe a diario y medite sobre la situación.
La realidad es que no sentimos respeto por todas esas almas y nos provoca tanto dolor los actos, que como personas cometemos contra ellos, que preferimos actuar bajo el egoísmo para acallar nuestra mente y no meditar sobre la verdadera razón por la que se nos presenta.
Quien haya llegado leyendo hasta aquí quizás esté haciendo un balance de sus creencias y opiniones y, espero que siga meditando más allá porque, todos y cada uno de los animales tienen alma, todos son seres espirituales. Y seguimos poniendo en nuestra mesa su carne, nos vestimos con su piel, nos adornamos con sus huesos. Todo ello para abastecernos de más energía densa, de más bloqueos originados por nuestros actos, todo para no salir de esta rueda oscura, es preferible creerse el amo del mundo que ver, ciertamente, que todos somos uno y que lo que haces a un animal te lo estás haciendo a ti mismo y viceversa.
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