
Los elementales son los espíritus de la naturaleza, naturaleza en la que se incluye al ser humano.
Como su nombre indica son y fueron elementales tanto para la formación del planeta como para la formación de cada ser humano.
De hecho existieron antes de la formación del planeta y participaron en la formación de los elementos. Los elementales dirigen y protegen los elementos.
Antiguamente eran bien conocidos, llamados de distintas formas en los diferentes lugares de la tierra. Había entre humanos y elementales una comunicación fluida. A través de ellos se conseguía dispersar los vientos, el fuego, provocar la lluvia, etc.
Son entidades duales y su conciencia es muy primaria, semejante a la de un niño que aun no distingue entre el bien y el mal. Es por este motivo que se nos presentan como espíritus traviesos. Y, también, por este motivo, han sido utilizados para hacer el mal.
Sin embargo, son espíritus destinados a ayudar de manera incondicional tanto a la Tierra como al Ser Humano.
Se dividen en elementales de la tierra, del fuego, del aire y del agua y hay un quinto elemental, el del éter. Paracelso ya habló de ellos denominándoles: gnomos (elementales de la tierra), salamandras (elementales del fuego), sílfides (elementales del aire), ondinas (elementales del agua), Devas (elementales del éter).
Cada elemental vive y se mueve dentro de su elemento y del éter. No son visibles en nuestro plano puesto que viven en el plano etéreo. Sin embargo, muchas personas tienen la capacidad de verlos a través de su tercer ojo y otras muchas de percibirlos (la percepción es otro de los sentidos humanos pendientes de desarrollar).
A pesar de ser imprescindibles para la vida de y en la tierra, los elementales son los espíritus más olvidados por la humanidad. De hecho, la mayoría de las personas saben de ellos por cuentos infantiles sobre Gnomos, Hadas, Duendes, etc. En algunos paises aún se les festeja, como en Irlanda, el leprechaun.
Cada vez que entramos a un jardín, a un parque, a un bosque debemos de ser conscientes que el lugar que visitamos es la residencia de espíritus de la naturaleza que cuidan del lugar.
En nuestro camino espiritual es condición indispensable estar en armonía y en equilibrio con la naturaleza, con la madre naturaleza. Y dentro de esa armonía entra el ser conscientes de los seres que en ella habita: los elementales.
El ser conscientes de ellos, reconocer su existencia, agradecer su trabajo, trabajar con ellos es aportar amor a la propia Madre Tierra y a los espíritus de la naturaleza. Trabaja con ellos y ellos te ayudarán en todo lo que necesites.
He de decir también que en el camino del ser humano está el saber controlar los elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter; para ese trabajo es indispensable ser consciente de los elementales y trabajar con ellos codo con codo.
Por último, como reseña, deciros que el cuerpo humano no se forma de ninguna manera si no intervienen los elementales. De hecho son los encargados de generar el cuerpo humano.
En nuestro cuerpo, igualmente, tenemos nuestros propios elementales tierra, agua, aire y fuego que se encargan del estado de salud perfecto de nuestro cuerpo. Se encargan de: los huesos, músculos, órganos y la sangre. Los elementos de los que se encargan también están presentes en nuestro cuerpo: emociones, pensamientos y deseos.
Y un quinto elemental, el éter, al que muchos reconocen como el único elemental del cuerpo, ubicado en nuestro corazón y conectado permanentemente a nuestro yo cristico o yo divino.
En su cometido, tanto los elementales de la naturaleza como los de nuestro cuerpo están sometidos no sólo al olvido sino también a un sobreesfuerzo y vejaciones constantes por parte del ser humano. No olvidemos que tanto unos como otros tienen un único propósito: la salud perfecta de la Tierra y del cuerpo del Ser Humano.
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